Pensar en Italia implica,
inevitablemente, pensar en toda una tradición artística y literaria dedicada a la
búsqueda de la belleza, ya sea en un lienzo o en un verso. Y aunque con el
tiempo el arte ha ido cambiando sus formas, el espíritu poético italiano se ha
mantenido siempre tan sólido que sería difícil
no detectar un cierto atisbo de su tradicional carácter pasional en un vehículo
artístico como el cine.
Luchino Visconti, nos brindaba a
principios de los años sesenta “Il gattopardo”, una de las grandes piezas del
cine italiano que, gracias a la combinación de la perspectiva histórica y la
reflexión filosófica con la presencia del más intenso romance, se ha convertido
en un filme indispensable para todo amante de las grandes obras de la historia
del cine.
Basada en la novela homónima de Giuseppe
Tomasi di Lampedusa, el filme, contextualizado en la conflictiva Sicilia del
siglo XIX (Garibaldi y los camisas rojas), nos narra cómo el Príncipe Don
Fabrizio Salina (Burt Lancaster) y su familia se ven obligados a abandonar su
residencia para refugiarse en Donnafugata, un pequeño pueblo que vive aislado
de la realidad común del país. Una vez allí, su sobrino Tancredi (Alain Delon),
se enamorará de Angelica (Claudia Cardinale), la hija del alcalde, lo cual
traerá consigo numerosos tratos y relaciones de poder entre éste último y el
protagonista del filme, que poco a poco se dará cuenta de cómo el mundo que él
conocía está cambiando.
“Il gatopardo” es un filme que no
tiene prisa, se desarrolla paulatinamente sin la necesidad de un clímax
demoledor que concluya definitivamente el argumento. Y ahí es donde recae el
potencial fílmico: Visconti trata el filme con sutileza, llevando a cabo un
montaje que guarda tras lo visible su auténtica esencia, razón por la cual exige
al espectador una mirada atenta que no se conforme con resumir en la mente lo
que ha visto, sino que, por el contrario, indague en la mente de Fabrizio
Salina por tal de descubrir el mensaje que el filme pretende transmitir.
El largometraje toma un pedazo de
la memoria de Italia para combinar el valor histórico con un relato ficcional
que disecciona la vida del protagonista de forma minuciosa, teniendo como
consecuencia la creación de un filme en el que se ponen en juego escenas de
géneros diversos que van desde el cine bélico, hasta el drama y el romance,
todos ellos tratados con belleza y elegancia. En definitiva, todo un conjunto
de rasgos que tienen como resultado un filme cargado de reflexiones que nacen
de la mente de un personaje influenciado, probablemente, por su creador.
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