Primera parte de la trilogía “Estados
Unidos: tierra de oportunidades” del director Lars von Trier, que cuenta la
historia de un pequeño pueblo alejado de la ciudad cuyos habitantes parecen
haber construido una comunidad agradable. Nicole Kidman encarna a Grace, una
joven de aspecto inocente y bondadoso que huye, atemorizada, de unos gánsteres
y pide a los pueblerinos de Dogville que la ayuden a ocultarse de ellos durante
un tiempo. Gracias a la ayuda de Tom Edison (Paul Bettany), un joven cuyo
interés por la filosofía pretende hacer del pueblo y sus habitantes un lugar
mejor, Grace conseguirá ser aceptada por la comunidad, aunque poco a poco el
pueblo de Dogville mostrará su cara oculta y hará pagar a la protagonista un
precio muy alto a cambio de ocultarla.
Dogville expone al espectador un
filme que rompe con la faceta visual convencional del cine, mediante el uso de
técnicas propias del teatro como el uso de un decorado que sugiere la presencia
de un espacio determinado, la organización del filme en capítulos y la
presencia de un narrador que acerca al espectador a la psicología de los
personajes. Este hecho, junto a un ritmo sosegado, contribuye a la construcción
de un filme cuyo potencial recae en un guión cargado de fuerza emocional, que
contribuirá a que el espectador sea partícipe de la historia de la
protagonista, pues a lo largo del relato Grace se verá afectada por el abuso
psicológico de los habitantes de Dogville (entendido como moneda de cambio por
el favor que el pueblo le hace al acogerla). En ese sentido, von Trier
construye un entramado de personajes con una profundidad psicológica absoluta,
que poco a poco se desnudan mentalmente hacia el espectador, mostrando su
auténtica personalidad.
Von Trier es especialista en
colocar a sus personajes en situaciones límite (véase Rompiendo las olas), con el objetivo de proponer reflexiones
morales que serán decisivas para que sus personajes (protagonistas
especialmente) puedan cerrar sus problemas de forma definitiva para acabar con
el tormento que les producen. En Dogville,
Grace deberá establecer diferencias entre el bien y el mal, para decidir qué
futuro será adecuado para una sociedad que ha abusado de su bondad y la ha
convertido en una persona fría.
Por último, no debemos pasar por
alto que Dogville no es sólo un filme
de reflexiones morales, pues se trata de un material que expone un punto de
vista personal y crítico sobre la historia de los Estados Unidos junto a los
otros dos filmes que forman la trilogía: Manderlay
(2005), que llevará a Grace a una de las últimas plantaciones sureñas en
las que la esclavitud sigue vigente, viéndose obligada a acabar con tal
injusticia; y Washington, que
personalmente espero que se estrene pronto.
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