Había
leído acerca de David Lynch, de la locura y extravagancia de sus
películas, pero nunca me había metido en su mundo. Hasta hoy. Y
realmente me he quedado fascinado con lo que me he encontrado.
Carretera Perdida es una de
esas películas que no te deja indiferente. Al leer la sinopsis
esperaba toparme con lo que parecía ser un relato de suspense, pero
lo que no sabía era que estaba a punto de meterme de pleno en un
largometraje totalmente surrealista.
La
película nos cuenta la historia de Fred Madison, un músico que
aparenta llevar una vida agradable con su mujer Renee, hasta que su
rutina
se ve acechada por la tragedia cuando empieza a recibir cintas de
vídeo con imágenes de su casa (exteriores e interiores) que le
inquietan al máximo. Lo
interesante, durante el planteamiento de la película, es que Lynch
no incide demasiado en la presentación de los personajes, no sabemos
más que lo que vemos de ellos y, una vez visto el filme, puedo decir
que no le faltaban razones. Fred
es un hombre reservado y parece estar preocupado por algo de forma
constante, además de presentar una actitud controladora hacia su
esposa, que mantiene un papel pasivo y despreocupado. Hasta aquí el
filme presenta el típico carácter de un thriller,
pero lo que sucederá a continuación romperá con la cotidianidad de
la vida de Fred y la mirada atenta del espectador, que cree
enfrentarse al típico
suspense: en uno de los vídeos aparece él asesinando a su esposa.
En este punto, la tendencia nos lleva a pensar que se trata del
típico filme que juega con lo que es real y lo que no a partir del
punto de vista de un protagonista no fiable, pero parece que Lynch no
se conforma con ello. Lo que sigue a continuación incluye todos lo
elementos necesarios para hacer de un largometraje una obra cargada
de reflexión. Estando ya interno en la cárcel, Fred Madison
desaparece y su celda es ocupada por Pete, que no sabe cómo ha
llegado ahí y la historia toma un nuevo rumbo (McGuffin elevado al
cubo). Pete es un un joven que parece tener poca relación con Fred,
pero poco a poco vemos cómo no es así del todo: dolores de cabeza
cuando suena la canción que Fred tocaba en el club, Renee (mejor
dicho, la actriz Patricia Arquette) encarnando un nuevo personaje...
Todo se vincula de forma gradual a la vida de Fred hasta el punto de
plantearnos si realmente se trata de otro personaje o, si por el
contrario, Pete es el reflejo del pasado de Fred.
Está claro que en ocasiones no hay que buscar una respuesta concreta
a las preguntas que el cine plantea, pero lo cierto es que Carretera
Perdida no logra desaparecer de la mente hasta que se encuentra
una explicación lógica (incluso parcialmente). Bajo mi punto de
vista la película funciona como un círculo vicioso al que le falta
una parte y por esa razón no somos capaces de encajar el golpe. El
carácter que Lynch le da a la película es, claramente, de libre
interpretación y (casi) todo es posible mientras seamos capaces de
justificarlo. Fred Madison afirma al inicio del filme que “Me gusta
recordar las cosas a mí manera” y puede que esa sea la clave de
todo, pues si consideramos a Pete la versión joven de Fred (sin
necesidad de ser dos personajes distintos sino representaciones de
dos personalidades a lo largo de la vida de un individuo)
entenderemos la estructura del largometraje así como una temática
basada en cómo el amor por una mujer puede llevar a un hombre a una
intensa desesperación e, incluso, a la locura. Pete es un joven
rebelde que se deja llevar por sus impulsos, siendo esclavo del deseo
que siente por Alice, mostrando una actitud contraria a la de Fred,
que parece llevar el papel dominante en su relación con Renee. Cada
personaje representa una forma de llevar una relación con la misma mujer
de modo que, desde un punto de vista pragmático, Fred ha tomado las
riendas dado que en un pasado era Renee/Alice la que tenía el
control en la relación. Como reflejo de ello, en el momento en que
Alice afirma a Pete que nunca podrá tenerla (tendido junto al coche
al lado de la cabaña), éste se levanta convertido en Fred, habiendo
aprendido una importante lección: no te dejes llevar por el deseo.
Con Fred de vuelta, tienen lugar una serie de hechos vinculados a los
celos y la venganza (asesinato del Señor Eddie), dejando claro que
la temática principal del filme es el amor, la pasión y el deseo
desenfrenado.
El filme se construye a partir de un carácter simbólico absoluto y
creo que es una elección muy acertada a la hora de relatar una
historia de amor de este carácter. Cuando Pete acompaña al Sr. Eddie
a probar su coche, otro coche le adelanta y el conductor se mofa de
él, provocando una ira tremenda en Eddie que no duda en embestirle y
amenazarle con una pistola. A estas alturas, supongo que no es
necesario decir qué simbolizan dos hombres que circulan por una
carretera llena de curvas, compitiendo por ir delante. Eddie, al
igual que Andy, es el reflejo de los celos y el amor vinculado al
sexo (sexo, dinero, poder...), razón por la cual son odiados por los
personajes principales en tanto que amenazan sus relaciones.
David Lynch abre un mundo totalmente descontrolado donde nada parece
tener sentido, pero realmente me gustan sus métodos. Ha llegado un
punto en que tratar el amor en el cine es caer en el relato de una
historia prácticamente banal (véase la comedia romántica y los
dramas sensibleros), pero Lynch sabe cómo representar una idea a
partir de un conjunto de dinámicas simbólicas que avanzan, frenéticas, como alguien que conduce a toda velocidad por una
oscura carretera perdida en mitad de la nada.
Lynch me parece uno de los dos cineastas actuales que más juegan con el espectador, junto a Haneke, realizan películas totalmente interactivas donde el intelecto del que visiona el film trabaja tanto como el del cineasta.
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